Marcos Castellanos
Marcos Castellanos, quien nació en Michoacán, en marzo de 1747 y dejó de existir el 7 de febrero de 1826, dos años después de consumada la Independencia de México.
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Insurgente Marcos Castellanos
Fue el michoacano Marcos Castellanos, jefe de los Insurgentes de Mezcala, considerado como el personaje más importante del occidente del país en el movimiento de Independencia.
Fue párroco de La Palma (La Angostura), localidad ubicada al norte del lago de Chapala. En 1810 se unió a la revolución iniciada por Miguel Hidalgo y Costilla. A finales de 1810 se fortificó en Jamay, cerca de La Barca, junto con los insurgentes de Encarnación Rosas. Ambos lograron derrotar al oidor Recacho, quien con una partida de quinientos hombres intentó reprimir la rebelión desde Guadalajara.
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Con esta victoria muchos pobladores de la zona se unieron al bando insurgente, uno de ellos fue el indígena José Santana, a quien Castellanos recomendó establecerse en la isla de Mezcala.1 En 1812 el padre Castellanos combatió —en compañía de Rosas o Santana— a los realistas en varias ocasiones: logró derrotar a José Antonio Serrato en San Pedro Itzicán, a Rafael Hernández en Poncitlán y al sacerdote Francisco Álvarez en la isla de Mezcala. En febrero de 1813 ayudó a rechazar el ataque emprendido por el coronel Ángel Linares contra la isla y más tarde los asaltos en contra del puerto del Vigía dirigidos por Pedro Celestino Negrete.
Finalmente en 1816, al ser bloqueadas y taladas las orillas del lago de Chapala, Santana y el padre Castellanos aceptaron el indulto ofrecido por el mariscal de campo José de la Cruz.2 Castellanos continuó ejerciendo su carrera eclesiástica en Ajijic, lugar en donde murió en 1826.
Luego de alzarse en armas, realizó decenas de exitosas batallas en toda la comarca, realizando exitosamente la toma de Guadalajara, pero sobretodo, en importantes batallas que se realizaron en el lago de Chapala, enfrentando en un sinnúmero de ocasiones a las fuerzas del realista Calleja, quien tuvo la encomienda de acabar con él, siendo tras la muerte de Hidalgo y Morelos, quien mantuvo materialmente la fuerza armada de la insurgencia, tras una negociación en la que consiguió el indulto a sus hombres, así como herramientas de trabajo y tierra de cultivo. El regresó al ministerio, ya que cuando escuchó el llamado de la Patria , era el cura de la Parroquia de Sahuayo.
Marcos Castellanos, fue asignado entonces a la capilla de Axixic, perteneciente a la parroquia de Jocotepec, en donde mayor de 65 años sufrió grandes penurias, según cita el cronista regional, Francisco Gabriel Montes Ayala, quien cita las numerosas cartas que enviaba al Obispo Cabañas en Guadalajara, pidiendo auxilio, ya que “…en ocasión de la pobreza que me embarga, le solicito ayuda debido a que hoy vivo en la ancianidad y esta villa es pobre, por eso, muchas veces he vivido momentos terribles, porque mi desayuno muchas veces ha sido un mendrugo de pan y un poco de atole que en caridad me regalan los vecinos”.
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Vivió sus últimos días en el olvido. Ya tras la independencia de México, nunca se le reconoció la épica lucha que por cerca de una década realizó en la cuenca de Chapala. Alguna entrevista realizada por un viajero francés, publicada en la época da testimonio del pensamiento de Marcos Castellanos y como veterano de guerra, dijo estar dispuesto a retomar las armas, si la libertad de la patria estuviera en riesgo. Su muerte fue de pronto, un día simplemente lo sorprendió el sueño de los justos. El capellán de la Parroquia de Jocotepec escribió en su acta de defunción, “No testó por ser pobre y para que conste los firmé…”